domingo, 25 de octubre de 2020

Todo lo que quiso saber sobre la teoría de las ideas de Platón (pero nunca se atrevió a preguntar)...








La llamada “teoría de las ideas” es la teoría ontológica de Platón, es decir, la teoría platónica acerca de la realidad. Platón nunca la expuso, que sepamos, de manera sistemática. Como buen filósofo lo que hace es pensarla y discutirla, una y otra vez, tal como muestra en sus diálogos.

¿QUÉ SON LAS IDEAS PLATÓNICAS?

En sus diálogos, Platón habla constantemente de ciertas “formas” o “ideas”, con lo que se refiere al menos, a tres cosas.

Primero: aquello que permite conocer e identificar a las cosas. Es decir, los rasgos o propiedades con los que definimos a las cosas (blancura, belleza, grandeza, circularidad, etc.). Y también la suma de propiedades con que definimos a cada individuo (Sócrates, este caballo...) o a cada clase de individuos (los hombres, los caballos...). La idea de Sócrates sería la suma de propiedades que caracteriza e identifica a Sócrates (lo que Sócrates tienen en común consigo mismo en todos sus momentos y partes). La idea de hombre sería la suma de propiedades que tienen en común todos los hombres. Fijaos que estas propiedades o sumas de propiedades no son cosas concretas: se puede señalar con el dedo a una cosa blanca, pero no a la blancura; a Sócrates en este o aquel lugar y momento, pero no a la idea de Sócrates; a este o aquel hombre, pero no a la idea de hombre.

Segundo: aquello que permite que las cosas sean o tengan identidad. Es decir: la suma de rasgos o propiedades que caracteriza a algo en todos sus momentos y partes. Por ejemplo, la idea de Sócrates es lo que caracteriza a Sócrates en todo momento (sea joven o viejo), y en cada uno de los aspectos o partes de sí mismo (en cada una de las cosas que hace, en su forma de sentir, en sus deseos, sus pensamientos, etc.). Del mismo modo, la idea de hombre es lo que caracteriza a todo hombre, sea cual sea, en todo momento.

Tercero: aquello en relación a lo cual una cosa es más o menos lo que es, o más o menos buena, bella o verdadera. Es decir: el modelo ideal por el que podemos juzgar o valorar a las cosas (y en relación al cual éstas se desarrollan). Por ejemplo: algo es más o menos blanco en relación a la blancura en sí (la blancura absoluta o perfecta); Sócrates está más o menos desarrollado en relación a la idea o modelo de Sócrates (el Sócrates absoluto o perfecto); un caballo es mejor o peor que otro en relación a la idea o modelo de caballo (el caballo en sí, perfecto). Del mismo modo, algo es bueno o malo, bello o feo, verdadero o falso en relación a modelos, normas o criterios ideales (la idea de virtud, la idea de belleza, la idea de verdad...).

¿CÓMO SON LAS IDEAS PLATÓNICAS?

Una forma o idea es lo que tienen en común muchas cosas o partes distintas, y en cada uno de sus momentos (la idea de blancura es lo que –en mayor o menor grado— tienen en común todas las cosas blancas de todos los tiempos, la idea de caballo es lo que –en mayor o menor grado— tienen en común todos los caballos sean jóvenes o viejos, la idea de Sócrates es lo que tendrían en común todos los distintos momentos y partes de Sócrates). De este modo, es como si la misma idea “estuviera”, a la vez, en muchos lugares y momentos distintos, sin dividirse ni cambiar. Las ideas serían, por tanto, ajenas al espacio (lo divisible) y al tiempo (lo cambiante). Tendrían un carácter “trascendente” (lo trascendente es lo que no es afectado por el espacio y el tiempo). Por ser ajenas al espacio y al tiempo no pueden ser como las cosas físicas (ni por tanto visibles). Pero tampoco pueden ser meras cosas psíquicas o mentales, pues las cosas o fenómenos mentales (los sentimientos, deseos, pensamientos...) están sujetos al tiempo. Así pues, las ideas no son físicas (como lo es un cuerpo), ni mentales (como lo es un pensamiento), sino ideales. Aunque no se pueden ver, las ideas se pueden pensar (aunque no son pensamientos –son el objeto del pensamiento— ni dependen de los pensamientos para ser –aunque nadie piense en la belleza o en el dos, la belleza o el dos siguen siendo lo que son, según Platón—), por lo que son realidades inteligibles (captables por el intelecto o pensamiento).

¿POR QUÉ CREE PLATÓN QUE EXISTEN LAS IDEAS?

Primero: Si la realidad fuese de carácter fundamentalmente físico o psíquico, no podría ser conocida. Si las cosas fueran físicas (corpóreas y cambiantes), no podrían conocerse, pues lo corpóreo es infinitamente divisible (tiene infinitas partes diferentes, carece de unidad, de límite o fin, y es por tanto indefinible) y está continuamente cambiando (nunca es lo mismo de un momento a  otro). Algo que posee infinitas partes y que está siempre cambiando es imposible de conocer. Nunca podríamos decir: “es una misma cosa...”, pues siempre se puede dividir en dos (dos partes, diferentes una de otra). Tampoco podríamos decir: “es esta cosa...”, pues al decirlo ya sería otra (pues habría cambiado). De otro lado, si la realidad fuese de carácter psíquico o mental, tampoco podría ser conocida, pues lo mental está sujeto al tiempo y, por tanto, estaría siempre cambiando.

Segundo: Si la realidad fuese de carácter fundamentalmente físico o psíquico, no podría ser, carecería de identidad. Si las cosas fueran físicas serían corpóreas y cambiantes. Si fueran corpóreas carecerían de unidad, pues serían divisibles hasta el infinito, y carecerían de una identidad estable, pues cambiarían a cada momento. Ahora bien, nada puede ser sin unidad (sin ser “una” cosa) ni sin cierta identidad estable (sin ser "lo mismo" de un instante a otro). Dicho de otro modo, ninguna cosa sería lo mismo que sí misma (A=A), pues por ser corpórea sería siempre divisible en partes diferentes (Ap1#Ap2), y por ser temporal sería siempre divisible en momentos diferentes (Am1#Am2). Si la realidad fuese de carácter psíquico o mental, tampoco podría ser en sí misma, pues lo mental es de carácter temporal y, por tanto, estaría toda ella sujeta al cambio, por lo que carecería de identidad estable.

Tercero: Si la realidad fuese de carácter físico y psíquico, no podríamos juzgar o valorar las cosas. Por ejemplo, sin un modelo de caballo perfecto, no podríamos juzgar a un caballo concreto como mejor que otro; sin un modelo de círculo perfecto no podríamos evaluar las cosas como más o menos circulares; sin un modelo o norma de verdad no podríamos evaluar lo que pensamos y decimos como más o menos verdadero, etc. Esos modelos perfectos no pueden pertenecer al mundo físico ni psíquico: nada hay en el mundo sensible ni psíquico que sea perfecto. Tampoco lo verdadero, lo bueno o lo bello, están en el mundo físico o psíquico: la verdad no es una cosa, ni un mero pensamiento (los pensamientos pueden ser verdaderos o no), y lo mismo ocurre con la bondad o la belleza. En el mundo que experimentamos ocurren “hechos” no verdades o bondades; esta valoración de los hechos (como bueno o malos, bellos o feos, etc.), exige normas o modelos más allá de los hechos.

Conclusión: dado que el conocimiento es posible (el escéptico se contradice, pues cree conocer que nada se puede conocer), y que las cosas son y tienen identidad (si no, no podrían ser), y dado, también, que podemos enjuiciar y valorar las cosas, la realidad no puede ser fundamentalmente física ni mental. Ha de ser trascendente al espacio (lo corporeo) y al tiempo (lo cambiante). A ese tipo de realidad trascendente o ideal pertenecen las formas o ideas de Platón.

¿CUÁNTOS TIPOS DE REALIDAD EXISTEN, SEGÚN PLATÓN?

Platón habla a menudo de dos tipos de realidad o mundo: el mundo sensible y el mundo inteligible (dualismo platónico). El mundo sensible es el mundo de las cosas físicas (y psíquicas), sujetas al tiempo y al espacio, divisibles y cambiantes (nacen, cambian, mueren...). Es el mundo que se nos aparece ante los sentidos (el mundo visible o experimentable). De otro lado, el mundo inteligible es el mundo de las formas o ideas trascendentes, ajenas al tiempo y al espacio, cuyos seres (las ideas) son incorpóreos, indivisibles, eternos (no nacen ni cambian ni mueren). Es un mundo que no podemos experimentar con los sentidos, pero sí podemos captar con la inteligencia, especialmente cuando filosofamos.

De esos dos mundos, el mundo verdadero y fundamental es el mundo inteligible. El mundo sensible es descrito por Platón como un reflejo o imagen del mundo inteligible, y que no puede ser en sí mismo nada. Como hemos visto en el punto anterior, las cosas físicas (o psíquicas) no tienen ser o identidad por sí mismas (son infinitamente divisibles y cambiantes). Solo son en cuanto se relacionan con las ideas (lo unitario, lo permanente de cada cosa). Un caballo no pueden ser (ni ser pensado) sino por participar de la forma o idea de caballo. Son las formas lo que dan unidad y permanencia a las cosas. Por el contrario, el mundo inteligible existe por sí mismo. Las ideas son lo que son por sí mismas, no necesitan a las cosas físicas para ser. La idea de caballo es lo que es, y siempre será así, haya o no caballos particulares en el mundo. La idea de dos o de círculo es lo que es, aunque nadie las piense o descubra. Sin las ideas las cosas físicas (o psíquicas) no pueden ser nada. Pero sin las cosas físicas (o psíquicas) las ideas siguen siendo exactamente lo que son.

Platón establece algunas distinciones más, tanto en el mundo sensible como en el mundo de inteligible. En el mundo sensible diferencia las cosas físicas (por ejemplo, los caballos, los árboles, etc.) de sus imágenes y reflejos (por ejemplo, una pintura representando un caballo o un árbol). Esto último (las imágenes de los objetos físicos) representan para la ontología platónica el menor grado de realidad, pues dado que los objetos físicos son imágenes o reflejos de las ideas, las imágenes de los objetos físicos serían como “imágenes de imágenes” (Por esto Platón dice en ocasiones que el arte está alejado “dos veces” de la realidad).


En el mundo inteligible diferencia, en primer lugar, entre las ideas reflejadas en el mundo sensible, y las ideas consideradas en sí mismas. Las ideas reflejadas en el mundo sensible (tal como se narra en el mito de la caverna, los objetos reales no se pueden mirar directamente, sino que primero han de contemplarse reflejados en el agua, etc.) son las ideas en tanto explicación científica del mundo sensible, esto es, entendidas como hipótesis desde las que comprender y organizar los datos sensibles. De estas ideas científicas, las más fundamentales (las menos mezcladas con el mundo sensible) son las matemáticas, aunque las ideas matemáticas no dejan de tener cierta relación con lo inmanente: el espacio (la geometría) y el tiempo (la aritmética). Más allá de las ideas tal como se reflejan en las cosas sensibles, están las ideas consideradas en sí mismas, independientemente de lo sensible. La forma de tratarlas en sí mismas es pensarlas, y esto, el pensamiento puro es la actividad típica del filósofo.

Ahora bien, las ideas consideradas en sí mismas pueden ser de muchos tipos. Platón parece sugerir a veces que hay tantas ideas como cosas o individuos (por ejemplo, la idea o forma de cada caballo...), aunque casi siempre menciona ideas de género (idea de caballo, de hombre, etc.) y de cualidad (idea de blancura, grandeza, etc.), sobre todo de cualidades morales y estéticas (ideas de virtud, valentía, belleza...). En algún diálogo plantea ciertas ideas más fundamentales (las ideas de ser, identidad, diferencia, movimiento, reposo...), de las que “participarían” las demás. Pero la idea más fundamental de todas, la idea o forma de todas las demás, es la que denomina “Idea de bien”, con la que se representa la unidad y perfección que comparten todas las ideas.

¿CÓMO SE RELACIONA EL MUNDO SENSIBLE Y EL MUNDO INTELIGIBLE?

Platón explica de distintos modos (a veces de modo imaginativo o mítico) la relación entre las ideas y los seres sensibles. En algunos casos utiliza el concepto de “participación”: las cosas sensibles participan de las ideas, y por eso son lo que son (por ejemplo: algo es un caballo blanco porque participa de las ideas de caballo y de blancura). En algún diálogo, como el Timeo, Platón emplea otra metáfora típica: las ideas son el modelo de las cosas sensibles, que serían meras copias. A través de mitos (recurso muy frecuente en Platón), cuenta como un dios creador (el “demiurgo”) da “forma” o límite a la materia fijándose en el modelo que son las ideas. Otra manera, más psicológica, de entender la relación entre ideas y cosas alude al alma humana, que contiene en sí el recuerdo de las ideas y las proyecta y reconoce en las cosas sensibles al percibirlas o conocerlas (las ideas serían algo que “pone” el alma al ver las cosas, aunque esta interpretación no es literalmente platónica –Platón no dice esto-- sino una interpretación que cabría hacer de sus teorías).

¿CÓMO SE RELACIONAN LAS IDEAS? ¿QUÉ ES LA IDEA DE BIEN?

Platón no deja claro cómo es la relación entre esas realidades que son las ideas. Desde el punto de vista del conocimiento humano, se relacionan a través del pensamiento (sobre todo del pensamiento filosófico, al que Platón denomina “dialéctico”, ya veremos por qué). Desde el punto de vista de las propias ideas, podríamos interpretar que unas se comprenden en otras, hasta llegar a la idea que las comprende a todas de forma absolutamente unitaria. Esta “idea de ideas” es la “idea de bien”. Si cada idea particular representa lo unitario y perfecto de cada cosa o clase de cosas (lo unitario y perfecto de todos y cada uno de los caballos, lo unitario y perfecto de todos y cada uno de los hombres, etc.), la idea de todas y cada una de las ideas representará lo unitario y perfecto en sí mismo, es decir: la máxima unidad y perfección. Esta idea absolutamente una y perfecta ya no puede ser pensada bajo ninguna otra idea (su existencia solo puede ser “intuida” como necesaria), está “más allá de todo”, pero es lo que permite que todo sea (incluyendo a las ideas) y pueda ser conocido. Platón la simboliza con la imagen del Sol, que lo alumbra todo, permitiendo que las cosas sean y sean conocidas (pero sin que nada pueda "alumbrarla" a ella).

¿QUÉ OBJECIONES PODRÍAN HACERSE A LA TEORÍA DE LAS IDEAS?

Primera: La relación entre el mundo sensible y el inteligible es muy problemática. ¿Cómo pueden relacionarse “realidades” tan distintas? El dualismo presenta siempre este problema. El concepto de participación quizás no sea satisfactorio, pues, por ejemplo, si los hombres concretos son hombres por participar o parecerse a la idea de hombre, esto querría decir que hay otra idea, la de la forma en común de los hombres particulares con el hombre ideal, y así hasta el infinito (la forma en común de la forma en común de los hombres y el hombre ideal con el hombre ideal, etc., etc.). A esto se le llama “el problema del tercer hombre”.

Segundo: Si suponemos un mayor grado de monismo en Platón, y comprendemos el mundo sensible como una realidad aparente o ilusoria (en el fondo, las cosas sensibles no serían realidades, sino apariencias), aparece otro problema. ¿Qué tipo de realidad es lo aparente (lo que parece que es, pero no es)? 

Tercero: Para muchos filósofos, negar o minusvalorar la realidad del mundo que vemos no es admisible, pues de alguna manera la realidad de este mundo es evidente, y hay que explicarla mejor. La explicación de Platón no solo no es suficiente sino que, además, supone la existencia de otro mundo (el inteligible), lo cual lleva a multiplicar los problemas más que a resolverlos. ¿Cómo puede existir “otro” mundo distinto al que vemos? ¿Cómo se relaciona con el que vemos? Etc.

Cuarto: la existencia de realidades trascendentes (“fuera” del espacio y el tiempo) resulta también inadmisible a muchos filósofos (por ejemplo, a los filósofos materialistas o “inmanentistas”), para los cuales nada puede existir si no es en el espacio y el tiempo. ¡Ni los "fantasmas" (seres incorpóreos) ni los "vampiros" (seres inmortales) existen, diríamos en broma, no hay ángeles ni dioses, todo eso son mitos, igual que las ideas platónicas. En realidad las ideas no serían, según estos filósofos, más que abstracciones que produce la mente a partir de la experiencia del único mundo real, que sería el mundo sensible...



Aquí, la presentación de clase






 



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