martes, 22 de septiembre de 2015

Oriente y Occidente. El nacimiento de la filosofía. El paso del mito al logos.


Como ya hemos dicho la filosofía es reflexión, pensar en lo que pensamos, mirarnos en las ideas que tenemos para así conocernos y mejorarnos. También hemos dicho que las ideas más grandes y profundas, que son las que más nos interesan, son las que tienen que ver con la existencia (la realidad), con nuestra identidad como personas, con el problema de la verdad, y con los valores (lo bueno, lo justo, lo bello). Y que el curso que hemos empezado va de esto: de la historia de estas ideas, de como los hombres las descubrieron, las convirtieron en preguntas e intentaron darles respuesta.

Muy al principio, en la "infancia" de la humanidad, los hombres confiaban como niños en lo cuentos y en los mitos. En ellos se daba respuesta a todo, y las ciencias, despreocupadas de las grandes preguntas, se limitaban a resolver problemas prácticos. Los hombres miraban a las estrellas, pero no por afán de comprender su naturaleza, sino para guiar sus barcos y para buscar señales del dios que dirigía sus vidas.
Teoría del tiempo axial de Karl Jaspers

Más adelante, allá por el primer milenio antes de nuestra era, la humanidad pareció despertar, como un adolescente que empezara a cuestionarlo todo. Aparecieron personajes extravagantes que preferían el ocio al negocio y discutir en las plazas en vez de pontificar en el templo. Estos estrafalarios seres se preguntaban en voz alta por la verdadera realidad (más allá de las apariencias), por el verdadero hombre (más allá del cuerpo), por una forma de vivir más verdadera (más allá del comer y el vivir bien), y por la verdad misma (más allá de nuestros engañosos sentidos).
Imagen de Confucio
Eran los sabios de la China (Lao-Tsé, Confucio), los brahamanes hindús, los magos de la lejana Persia (seguidores de Zaratustra), los profetas de Palestina... Y, también, los filósofos griegos. Entre todos ellos provocaron una “revolución mental” en el mundo, aunque no todos del mismo modo...

Los sabios de Oriente (desde la China a Palestina) acabaron por dar una respuesta religiosa a las grandes preguntas. Crearon nuevas religiones en las que la realidad se concebía como un Dios innombrable y oculto a los ojos, el hombre como un alma deseosa de librarse del cuerpo, la verdad como un asunto del espíritu, y la vida buena como una negación de los deseos mundanos... Estas religiones son el origen de las que conocemos hoy: el judaísmo y el cristianismo, el mazdeísmo, el hinduísmo, el budismo, el taoísmo...


Los sabios de Occidente (los filósofos), en cambio, apostaron por algo radicalmente nuevo: la crítica de toda verdad religiosa y la búsqueda de una respuesta racional a aquellas mismas cuestiones. En lugar de un Dios innombrable, los filósofos propusieron un principio racional como explicación de todo. En vez de un alma negadora del mundo, los filósofos pensaron al hombre como un alma capaz de comprender y dominar ese mismo mundo. Además de un asunto del espíritu, los filósofos consideraron a la verdad como experiencia de los sentidos. Y en las antípodas de la negación de los deseos, los filósofos creyeron que la vida buena consistía en desear y superarse constantemente. Esta “apuesta” por la explicación y el diálogo racional, por el dominio técnico de la naturaleza, por la experiencia mundana y por el deseo de progresar fue, desde entonces, la seña de identidad de nuestra civilización. Con ella la humanidad despertó del todo (o eso creemos nosotros, los occidentales) y fue desarrollando a lo largo de los siglos todo el conocimiento racional que, según solemos decir, nos caracteriza a los seres humanos. Con la filosofía, especialmente, nació un modo de saber puramente teórico (un saber por saber, no vinculado a necesidades prácticas ni a prácticas religiosas), reflexivo (un saber del saber mismo, dirigido no solo a explicar, sino a explicar el por qué de la propia explicación) y siempre crítico (un saber desconfiado, carente de fe, interrogativo)...


Este “despertar” filosófico de Occidente ocurrió en torno al siglo VI a.C, en las prósperas colonias griegas del Mediterráneo, en pequeñas ciudades en que la gente estaba acostumbrada a negociar y discutirlo todo en plazas y asambleas, y en las que la religión estaba a cargo de poetas que igualaban a dioses y hombres bajo una misma Ley común (la Necesidad o el Destino). No siendo el mundo fruto de la voluntad incomprensible de los dioses, sino cosa de leyes, los filósofos se lanzaron al descubrimiento de esas leyes, buscaron explicaciones “naturales” (basadas en la observación y la lógica) a lo que antes se explicaba con mitos y leyendas, cambiaron la revelación por el descubrimiento, la creencia ingenua por la reflexión crítica, la repetición por la innovación, el lenguaje imaginativo por los argumentos y los conceptos abstractos...


En Grecia, este tránsito desde el saber mítico al saber racional, o como suele decirse: el paso del mito al logos (logos significa “razón” o “argumento”), no ocurrió de la noche a la mañana, sino muy lentamente, hasta el punto de que los primeros filósofos aún hablaban en un lenguaje mítico, daban nombres de dioses a las causas naturales y se expresaban a través de poemas y cuentos... Pero aunque lento, el proceso fue imparable. Los hombres acabaron por olvidar a los dioses y empezaron a dar razón de todo por sí mismos. La filosofía y, con ella, la civilización occidental, habían nacido... 

La Escuela de Atenas, pintada por Rafael 

En Occidente nació la filosofía y la ciencia (la cultura racional y humanística), en Oriente permaneció la religión y la tradición (la cultura de la fe). Occidente representa un tipo de cultura dinámica, sujeta a crítica y a cambios. Oriente representa una cultura más estática, donde prima el respeto sagrado a la tradición. En Occidente no hay más autoridad que los argumentos. En Oriente las discusiones acaban con el argumento de autoridad. Los occidentales (los griegos, nosotros) creemos que nuestra manera de vivir es la mejor: ser libres es tener ideas propias, ser bueno depende de saber qué es lo bueno, "realizarse" como persona es esforzarte por ser más consciente y lograr todo lo que deseas, la vida humana es cambio, progreso, investigación,  transformación de la realidad... Pero los orientales también creen que su forma de vida es la mejor. Para ellos ser libre es liberarse de uno mismo, dejarse llevar, confiar en la divinidad; la bondad es entrega a Dios, no a una sabiduría que nos aleje de él; la felicidad es reconocer nuestra insignificancia, ser humilde, anular la inquietud y el deseo (desear cosas es lo que nos hace desgraciados); este gozo supone comprender que nada cambia, y consiste en contentarse con como son las cosas de este mundo (pues, al fin y al cabo, este no es el mundo de verdad)... 

Aquí tenéis la presentación de clase



¿Estáis de acuerdo con todo esto? 
¿Son tan diferentes la civilización occidental y la oriental? ¿Quién pensáis que se equivocó? ¿Qué tipo de vida es mejor? ¿No cometimos los occidentales un tremendo error al probar del árbol de la sabiduría? ¿No sería mejor volver "atrás"? ¿No estará la felicidad más en la entrega confiada y la inocencia (la fe) que en el conocimiento y el "progreso"?




Os enlazo, por cierto, esta entrada del maravilloso blog de nuestro amigo y vecino de caverna Juan Antonio Negrete, y que trata también de los orígenes de la filosofía.




9 comentarios:

  1. Buenas Víctor! Muy bueno tu blog, lo sigo desde hace un año y medio. Quisiera pedirte algo..podrías incluir bibliografía recomendada luego de cada publicación? Desde ya, gracias. Ignacio Fernández. Rivera, Uruguay.

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    1. Muchas gracias, Ignacio. Intentaré hacer lo que me pides. De todos modos, en los temas que aparecen a la izquierda de las entradas (y que es de dónde salen la mayoría de las entradas) o, al menos, en la mayoría de ellos, hay al final una pequeña bibliografía. Un cordial saludo.

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  2. Quizás los sabios orientales no se equivocaron a la hora de crear las realigiones y los conceptos espirituales, sino que llegaron a la conclusión de que para llegar a la felicidad o al objetivo que buscaban en sus vidas había que dejar de perseguir objetivos y hacerse preguntas, y así crearon a los Dioses para que sirviese de apoyo para la gente que le costase más llegar a esa conclusión y para que sea más fácil entrar en ese estado. Pero claro, desde ese momento dejaron de ser filósofos y de buscar más respuestas.

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    1. Buena descripción, Mario. Pero, ¿es correcta la "conclusión" de los orientales respecto a la felicidad?

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  3. Intuyo que todo depende de la perspectiva en la que hayas crecido: nosotros como occidentales no vemos como lógico esa vida pasivo y poco ambicioso y viceversa. Cada uno llegó a la felicidad, o creyó haber llegado a ésta, de un modo distinto. No creo que seamos quiénes para juzgar qué está bien o qué está mal; después de todo, si consideras la tecnología y el avance como algo alienante, negativo y venenoso, estarás de parte de oriente; en caso de considerar de éste modo a la religión, estarás de parte de occidente.

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    1. Bien. Una de las características de Occidente es que se cree capaz de emitir juicios pretendidamente objetivos (es decir, basados en la argumentación y los datos) sobre cualquier cosa, también sobre su propia valía. Muchos occidentales son críticos con Occidente y valoran más la posición oriental. Es decir, que no todo depende de la perspectiva. Se puede ser occidental y objetivo. ¿O no? De otra parte, juzgar es inevitable. Tú mismo te has considerado alguien digno de juzgar que nada se debe juzgar (es decir, que lo "bueno" es... que nadie diga lo que es bueno)...

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  4. Curiosamente en esta vida los más pobres son los que necesitan infinitamente mucho y en el mundo occidental estamos inmersos en un consumismo y en un afán por el "progreso" ("si crees que la economía es más importante que la naturaleza, trata de contar tu dinero mientras aguantas la respiración") que al final acabará por destruirnos. Por eso prefiero la sociedad oriental, que aunque puede ser comparada con lo tradicional y el conformismo, no buscan estímulos constantes, al contrario que los occidentales. Buscan la paz y la verdadera felicidad en las pequeñas cosas, mediante la humildad.

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  5. Es confuso pensar cual de las dos ramas es la mejor pues depende de quien nos adoctrine desde niños cambiará nuestra forma de ver las cosas y en su misma manera cuestiones sobre ,qué es lo bueno o malo, teniendo en cuanta que no existe lo bueno ni lo malo porque depende de la persona que lo considere.
    Me ha gustado el entrecomillado del "despertar" filosófico porque como bien dices y hago referencia al argumento anterior, es el despertar considerado de la rama filosófica que puede ser distinto de la rama Oriental. Sin pararme a diferenciar la reflexión ,yo creo común, sobre las posibles cuestiones de distintas ramas, comento otra reflexión. Tras acabar de leerme la obra "San Manuel Bueno, mártir" escrita por Miguel de Unamuno me hace pensar sobre que es la mejor visión de la vida (por no pensar que haya dos realidades), la del que hace felices a los demás sabiendo que su visión convierte en falsa la visión de aquellos que Manuel Bueno evangeliza. O por el contrario la visión de la vida de aquellos evangelizados que CREO que vivirían felices ya que no puedo ponerme en el lugar de la gente del pueblo de Valverde de Lucernas pues estoy estancando entre la fe o como dice el libro, verle la cara a Dios.

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