viernes, 23 de mayo de 2014

Real como la vida misma. La "metafísica antimetafísica" de Nietzsche.



Pese a su furiosa crítica a toda metafísica, Nietzsche también tiene, en cierto modo, la suya propia (lo confiese o no): una especie de "metafísica antimetafísica". Su concepción (o intuición) de la realidad  puede condensarse en torno a tres ideas: (1) la realidad es lo que parece; (2) la realidad es voluntad y poder; (3) la realidad es eterno retorno.

La realidad es lo que parece.
Según Nietzsche, desde Parménides y Platón los filósofos se han empeñado en hacernos creer que lo real está más allá de la "apariencia". El argumento favorito de estos filósofos es que lo que se nos aparece a los sentidos es imposible de "fotografiar" con la razón (se mueve demasiado), así que tiene que haber “otra” realidad, más quietecita (eterna, inmutable...), que sea la verdadera. 
Para Nietzsche esto no es un argumento, sino más bien la expresión de una necesidad psicológica: la de creer que el mundo está hecho a la medida de nuestra razón. ¿Por qué esta necesidad? Por otra, aún mayor, de seguridad y control. ¡Qué intranquilidad si el mundo no fuera racional y previsible!... Ahora bien, el precio a pagar por esta tranquilidad es el de adorar un cadáver exquisito (la falsa idea de un mundo racional) y, consecuentemente, el de convertirnos en unos zombis o muertos en vida...
Desvelado este ardid psicológico, no hay más remedio (ni más gozo) que afirmar que el único mundo es el que se nos aparece delante (sin dobles, sin ningún “más allá”, fenómeno puro). Y que eso que nos aparece es tal como parece: un continuo devenir, una guerra perpetua de contrarios (como decía el viejo Heráclito), una fuerza viva y ciega (como clamaba Schopenhauer), que se reproduce a sí misma sin principio ni final, sin causa ni objetivo, sin otra necesidad o razón que la de existir por existir...

La realidad es voluntad y poder.
Si esa grandiosa energía en movimiento que es la realidad tuviera voz y conciencia (digamos que su voz y conciencia sería Nietzsche), y le preguntáramos que por qué hace todo lo que hace, su respuesta sería esta: porque quiero
Y si le preguntáramos que por qué quiere respondería: porque sí, porque puedo, y porque lo quiero y bastaLa raíz última de la realidad es, así, pura voluntad, puro querer, sin otra causa o fin que sí mismo: querer por querer. Puro poder ciego. Voluntad de poder… 
No es extraño que algunos nazis sintieran atracción por este aspecto del pensamiento nietzschiano (aunque hay que añadir que Nietzsche no hubiera sentido lo mismo por ese rebaño de esclavos amantes del folklore patrio y del “querido líder” que eran los nazis).

La realidad es eterno retorno.
Si la realidad es pura voluntad de actuar, sin otra causa o fin que sí misma, sin principio ni final, en una eterna lucha de contrarios que se alternan, su devenir (su desarrollo) ha de ser circular, infinito, eterno... El tiempo lineal al que estamos acostumbrados, en el que se pasa de lo viejo a lo nuevo, en que se progresa desde este mundo al “otro” mejor y más verdadero, y en que se vende el presente como medio para el fin futuro… Todo ese tiempo de la historia es falso. ¿Por qué, si no, nunca vemos llegar ese “fin”?.. No hay más cera que la que arde, en ese eterno fuego que constantemente se apaga y se enciende y que es el mundo. Todo vuelve a suceder siempre igual. Eso es la realidad: una eterna danza circular. Un presente infinito que hay que aceptar con infinito amor y ante el que no cabe arrepentimiento alguno, pues en él todo está siempre volviendo a pasar...


2 comentarios:

  1. Pienso al igual que Nietzsche que la realidad es el mundo en el que estamos, en el que vivimos y no ese mundo que tanto filosofos como Platón y la religión cristiana nos ha hecho creer, ese mundo que no se puede observar, pero que es el fin de este mundo, un mundo ideal, además pienso que una persona no puede vivir pensando en el ``otro mundo´´ sino vivir en el mundo en el que se encuentra, pues vida solo hay una. Pero por lo contrario no estoy de acuerdo con Nietzsche en que alguien pueda hacer lo que quiera con los demás por el simple hecho de tener más poder, sin la necesidad de dar ninguna explicación, pues me parece un acto cruel, ya que lo considero como un acto de abuso hacia las persona y eso no se puede permitir.Por último no estoy en total acuerdo con Nietzsche en que hay que vivir el presente sin pensar en el futuro, pues considero que el futuro llega y tenemos que intentar vivir lo de la mejor manera posible aunque eso haga que nos privemos de algunas cosas en el presente, lo cual no quita que tenemos que vivir todo lo posible el presente y no aferrarnos solo al futuro, pues de esta manera no habras vivido tu vida.

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  2. Marina, te digo lo mismo que en el otro comentario: ¿Por qué no puedo hacer lo que quiera con los demás? Si, por ejemplo, para vivir mejor yo y los míos puedo aprovecharme de un montón de personas que no conozco (robándoles, por ejemplo, todo su dinero), ¿por qué no habría de hacerlo? (suponiendo, además, que nunca me van a castigar por ello). ¿Quizás porque, en el "más allá", se me a castigar por eso? ¿O porque existen unos ideales morales que hay que respetar porque sí?... Pero eso parece absurdo, ni siquiera tú misma te crees que haya un mundo "más allá", ni un mundo de "ideales", como el de Platón. ¿Entonces?... ¿Por qué voy a ser "bueno"? O, mejor: ¿por qué va a ser eso (eso de respetar a los otros) lo "bueno"?

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